viernes, 1 de febrero de 2013

LA HISTORIA DE LA OCOEÑA DOÑA MARGO......NOS LLEGA A LO MAS PROFUNDO DE NUESTRA ALMA....

EL MANIEL DE OCOA
La historia de doña Margó: entre tés y cafés

Visitando uno de los pueblos más productivos de la región sur, San José de Ocoa, nos encontramos con un personaje de esos que no se olvidan por la grata primera impresión que causa y por el ejemplo de lucha y subsistencia que encierra.

A sus 84 años doña Margó, como cariñosamente le dicen a Margarita Martínez, labora alrededor de 11 horas corridas. Lo hace cuando casi todos duermen para ayudar con el sustento de su familia. Su puesto de té de jengibre, café, cigarros y pan, ubicado en la misma puerta de la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia y frente la glorieta del parque, es soporte de muchos pueblerinos y visitantes que buscan calentarse en las frías noches de Ocoa.

Doña Margó no sabe leer ni escribir, no recuerda el año de su nacimiento, pero está segura que nació un 20 de enero en lo que antes era Río Abajo, y que tiene 84 años. Sus padres la abandonaron estando muy pequeña y fue su abuela Carmita quien la crió. A sus 14 años se fue con su marido Regino que hoy cuenta con 99 años, con quien procreó siete hijos.

Tiene tres varones y cuatro hembras, 47 nietos y 4 biznietos y todos se mantienen en condiciones humildes. Doña Margó vive con dos de sus hijas. La menor de 34 años es quien más la ayuda en los quehaceres de la casa y atendiendo a Regino su papá, que ya no puede valerse por símismo. Su otra hija que vive con ella tiene 47 años y sufre de epilepsia, es su motivación principal para llegar a las 9:00 de la noche de un viernes, amanecer trabajando hasta las 8:00 de la mañana de un sábado para volver a repetir su rutina de trabajo los sábados y domingos.

Aunque sólo en Navidad y fiestas patronales tiene mejores beneficios, doña Margó se ha mantenido por 47 años ininterrumpidos en este trabajo, pues es la única opción que le permite sostener su familia y comprar las medicinas para la enfermedad de su hija, que afirmó son muy costosas para sus posibilidades. Sus principales herramientas de trabajo son latas de aceite y de salsa de tomate, un viejo y “sabio” termo de café, vasitos plásticos, anafe, carbón y un palito para mover el té. El pan cuesta 4 pesos, té y café 10 y los cigarros cuestan 10. Le acompañan además un viejo abrigo y un gorrito que cubre del frío su cabeza adornada con su larga trenza de canas. Aunque no sabe explicar cuánto es su ganancia promedio por noche, cree que son unos 400 pesos. Eso, al menos a mí me asombró. No pudimos confirmar la suma, pues su capacidad de entendimiento llega sólo a reconocer ciertas papeletas y monedas para devolver en cantidades no muy altas. Tuvimos que explicarle un poco de números para que entendiera que por lo menos la mitad de lo vendido debe quedarse con ella como ganancia. Al día siguiente cuando la volvimos a ver nos confesó que ciertamente habían diferencias en el colmado donde acudía a comprar sus productos. Prometió estar más pendiente a la hora de sacar costos y beneficios.

Las manos de doña Margó están muy arrugadas y resecas. Su mirada inspira ternura y es de poco hablar. Según sus propias palabras nunca ha sido maltratada en el pueblo, pues la ven y tratan como la abuelita de todos. Que sirva este ejemplo de vida de doña Margó para todos aquellos que viven quejándose aun teniendo todo a su alcance, que sirva para levantarnos cada día y seguir adelante sin reparar en las limitaciones de nuestro país. ¡ Nosotros mismos sí podemos! Si alguien desea colaborar con ella puede hacertlo llamando a su hija Mireya al 829-599-5104.

Copiado del periodico listin diario (la Vida) ..

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